Escribir ha sido una de mis pasiones desde que tengo uso de razón.
Muchos de los textos que escribo siento que son como una llamada que, cuando logro captar, fluye de manera espontánea. Este momento suele surgir de forma inesperada y, o me pongo a escribir de inmediato, o lo pierdo.
A veces, esa inspiración me sorprende mientras voy en moto, caminando, nadando o incluso haciendo la compra.
Cuando no tengo una libreta a mano, suelo repetir en bucle lo que me ha venido a la mente hasta que encuentro una hoja y un bolígrafo, o recurro al móvil donde guardo decenas de ideas; algunas pierden el impulso, pero otras logran materializarse.
Esto también me sucede al escribir una canción. Es algo fugaz y rápido. Estoy seguro de que esa llamada y toda la información están siempre disponibles en algún lugar, pero mi antena no siempre está sintonizada.
A veces, los textos o las canciones nacen de una palabra, una frase, una idea o un movimiento emocional.
Para escribir, en ocasiones me apoyo en canciones que me tocan el corazón y me ayudan a conectar con una emoción específica. Me la pongo en modo infinito y a partir de ahí, dejo que fluya la creatividad hasta que la idea se completa. La energía de esos momentos es muy intensa, pero también efímera.
Desde hace tiempo, sueño con la idea de escribir un libro, y siento que aquí, en Cerdeña, se ha abierto una puerta para ello. No quiero decir que lo vaya a hacer, pero sí siento una fuerza y una necesidad interna que me empujan en esa dirección.
Commentaires